LILIANA HERNÁNDEZ, CORRIÓ PA’ TRAS

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   Seguro fue un bolúo…

   Mientras me siento a escribir, río, pero no de forma feliz, más bien amarga y desencantada como me ocurre con cierta frecuencia. Imagino la carrera por la alcaldía de Chacao terminando, con los caballos (y la yegua), soltando el bofe por el esfuerzo; y ella, Lily, llegando de ultima, ¡de ultima! No sólo detrás de la ambulancia, como dicen en el hipismo; no es que su tiempo lo hayan cronometrado con un calendario; sino que llegó ¡por detrás del candidato chavista en Chacao! ¡Detrás del chavista!, un sujeto por quien debe haber votado únicamente la mujer, la mamá y los hermanos. Y eso sí acaso. Liliana, enceguecida de soberbia, diciéndose que ella era ‘el hombre’, se embarcó en ese desastre desoyendo a los verdaderos amigos. Todo su prestigio, su aura de mujer culta, luchadora y preparada, lo dejó botado en la carrera. Debe habérsele caído en alguna calle mientras la pitaban. Sabrá Dios, quién la mal aconsejó, quién le susurró al oído, “sigue, no pactes, no importa que te odien, vas a ganar así que a ti no te van a pasar factura por fracturar la unidad, el electorado no se atreverá contigo”. Debe ser el mismo que le dijo a Hugo Chávez, “insulta y suelta vulgaridades por esa boca y vas a conquistar el Zulia y Nueva Esparta” (qué lucidez, y qué ocupado). Para mí que fue para sabotearla, a ella que uno la veía como ficha segura y de prestigio para la nueva Asamblea Nacional. Pero ahora no le queda nada, como no sea la taquicardia. Ay, Liliana, sólo podía ganar el que mostraba mayor intensión de votos, ¿no te lo dijo nadie? No importa, échate árnica, bonita.

Julio César.

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